Crítica Cinematográfica: “DESPUÉS DE LA TIERRA”

EL CASO SHYAMALAN, MÁS TRISTE QUE ENIGMÁTICO

Por Lucas Moreno
@lucasmorenob
 

Shyamalan: escupido por la crítica, indiferenciado por el público, orinado por los perros, insultado por la familia Smith. Caso desconsolador. Un indio que envejece, dejando fermentar sus celuloides. Un director reincidiendo en pésimas jugadas, desaprovechando oportunidades para lucir un estilo al menos interesante, donde la cursilería podía combinarse desprejuiciadamente con los fueras de campo, usados en pequeña escala para lograr escenas de buen suspenso y en gran escala para que sus guiones se tuerzan a último momento. Destreza que se sostuvo con resultados hasta La Aldea. Desde La Dama en el Agua, algún bicho kármico se le metió en los intestinos y le comió la inteligencia. Tuvo una lucha digna con El Fin de Los Tiempos, película divertida e irresponsable, pero arruinada por una guarangada ecologista que avergonzaría a un directivo de Greenpeace. Lo que siguió, El Último Maestro del Aire, aburrió a un monasterio budista, y Después de la Tierra padece una agonía entre las capacidades narrativas de Shyamalan y un andamiaje mainstream que no le encaja bajo ningún punto de vista.

Las películas de Shyamalan no requieren de altos presupuestos. Al contrario: necesitan sugestión, intriga, escasés e imaginación. Señales daba una clase magistral revelando una invasión extraterrestre a través de un video casero, y El Fin de los Tiempos aumentaba la perturbación mientras menos explicaba esos suicidios bufonescos. Shyamalan nació de la pobreza, del guión raro y sofisticado; así pensó su cine y así lo alabaron. Pudo fallar con La Dama en el Agua pero estaba en su derecho. Lo que definitivamente no funciona es poner a Shyamalan en megaproducciones, en espectáculos que no conectan con el ingenio de un cine humilde.

Después de la Tierra arranca desorientada desde su imaginario visual. La dirección de arte es lo más insólito que jamás se haya visto en películas futuristas: todo está confeccionado con telas, muebles art decó y bolsitas de nailon. Cuando se estrella la nave donde viajan los Smith, las bolsitas ensucian los encuadres como si Shyamalan estuviera filmando en un basural. Los trajes también son feos, mitad armadura de Caballero del Zodíaco y mitad maya de Acuamán. Algo que zafa son los animales digitalizados, que aún sobreactuando como si los castigaran a latigazos, logran mimetizarse con un planeta devenido en selva loca.

El pico de irritabilidad llega con la voz de Will Smith. El actor/productor se pasa toda la película sentado con la pierna rota, dándole indicaciones a su hijo por un auricular. Esto convierte su voz en un taladro que reitera hasta lo imposible la frase “I’m here”, trabando la narrativa física como una mata de pelos sobre un desagüe. El hijito de Will Smith, en cambio, no está mal, considerando que le inventaron una psicología de gomaespuma, donde el edipo del futuro tendría la misma chatura que uno recién descubierto por Freud.
Amarga tanto que Shyamalan demuestre talento para crear climas con elementos mínimos. Perfecto ejemplo lo tenemos con la escena de la sanguijuela, y contundente anti-ejemplo con el prólogo desordenado, explicando cómo los humanos se fueron de la tierra en un compacto de dos minutos digno de la saga Zeitgeist.

Roguemos que nadie quiera darle más plata a Shyamalan. Que se reinvente con una locación y dos actores. De una desesperación semejante saldrá alguna obra genial, haciendo de esta etapa mainstream un paréntesis apenas curioso y bastante nefasto.

Calificación: 0 (cero) morenaux
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Título: Después de la Tierra
Título original: After Earth
Año: 2013
País: EEUU
Duración: 100 minutos
Dirección: M. Night Shyamalan
Guión: M. Night Shyamalan, Gary Whitta
Producción: Will Smith
Intérpretes: Jaden Smith, Will Smith
Dirección de Fotografía: Peter Suschitzky
Dirección de Arte: Robert W. Joseph, Naaman Marshall, Dean Wolcott
Sonido: Steve Tushar
Música: James Newton Howard
Montaje: Steven Rosenblum

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