Crítica Cinematográfica: “EL HOMBRE DE ACERO”

S DE SNYDER

Por Lucas Moreno
@lucasmorenob
 

Incomoda ver a un director desenfrenado filmando teatro filosófico. El cine de Snyder siempre fue vértigo, plasticidad, neuralgia y no resiste un plano-contraplano por más de 10 segundos. El Hombre de Acero lo comprueba en escenas absurdamente retóricas como la del cura, el científico o cualquiera con Russell Crow. Escenas mal resueltas, carentes de electricidad dialéctica, inventadas para que Batman y Superman jueguen al ajedrez en La Liga de la Justicia.

La verborragia intelectual hace de El Hombre de Acero un producto desconcertante, más si valoramos su inspiración visual. Snyder es el poeta de los millones, quien mejor justifica una inversión mainstream en el Hollywood actual. Pero la moda del superhéroe preocupado por su ser-en-el-mundo no coincide para nada con los intereses del realizador.

Ya desde la historia se esmeraron por armar un plenario de cátedra que incluya: sentido de pertenencia, angustia mesíanica, obediencia ante el estado, miedo a la otredad y varios ítems que revolotean como polillas para que después de la diversión nos quedemos pensativos.

Me pregunto cuánto podrá importarle a Snyder que el espectador piense. Su anterior película terminaba con una lobotomía, grandiosa declaración de principios. La búsqueda de intelecto es el estornudo de Nolan, cineasta prepotente y vanidoso, chato de talento que sobreexplica con textos lo que debe transmitirse en imágenes. Algo que Snyder no habilita porque entiende su cine como sensorialidad pura, un cine táctil, de olores, texturas y temperaturas.

El Hombre de Acero posee una inteligencia emocional transmitida atmosféricamente y contaminada por el verbo. Durante la primera mitad, Snyder conmueve siguiendo el vagabundeo de un apátrida, usando flashbacks nostálgicos y coherentes. Que Henry Cavill robe, alterne trabajos humildes, discuta su crianza y futuro con Kevin Costner en la mejor escena de la película, o de niño sufra ataques de pánicos calmados por la voz de su madre, desarrollan mejor al personaje que la aparición inverosímil de Russell Crow como holograma interactivo atando cabos.

La orfandad espiritual de Superman, sin padres, sin identidad, sin patria, sin motivo, sin ideología, aporta más empatía antes de su anagnórisis. La transformación vuelve a Superman unidireccional, explícitamente yanqui, un héroe de estampita que desarticula la humanización previa. Afortunadamente, este empobrecimiento se nivela a través a un ballet de destrucción masiva, un éxtasis de efectos visuales acompañado por una cámara ilimitada, ejecutando cualquier acrobacia sin descomponer al espectador. Snyder nuevamente supera desde lo sensorial la intelectualidad del guión.

Existe otra razón para poner en jaque a El Hombre de Acero y es el mismo Henry Cavill. El tipo es una escultura de yeso que actúa porque existe un montaje y sabe caminar desde un punto A hasta un punto B. Su insipidez es insultante y su solemnidad física parece ser lo único que conmovió a una agencia de casting homoerótica. Esto sería intrascendente si al personaje no le hubiesen elaborado una psicología tan densa. Ahora, que le enfaticen su condición alienígena y redentora, que deba decidir entre dos razas, que lea a Platón (?), que sea solitario e introspectivo, exigía una buena interpretación. El único mérito de Henry Cavill es tener vellos en el pecho, dándole a Superman un carácter tosco y masculino, detalle que el rulito de Christopher Reeve jamás aportó.

Calificación: 4 (cuatro) morenaux

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Título: El Hombre de Acero
Título original: Man of Steel
Año: 2013
País: EEUU
Duración: 148 minutos
Dirección: Zack Snyder
Guión: David S. Goyer (Historia de Christopher Nolan y David S. Goyer)
Producción: Charles Roven, Christopher Nolan, Deborah Snyder, Emma Thomas
Intérpretes: Henry Cavill, Michael Shannon, Amy Adams, Antje Traue, Kevin Costner, Laurence Fishburne, Diane Lane, Russell Crowe, Ayelet Zurer
Dirección de Fotografía: Amir M. Mokri
Dirección de Arte: Aaron Haye, Chris Farmer, Craig Jackson, Dan Hermansen, Helen Jarvis, Kim Sinclair, Vlad Bina
Sonido: Derek Pippert, Frank A. Montaño, Gary A. Hecker, Jason Johnston, Jon Lavender, Kevin J. Summers, Michael McGee, Scott Hecker
Música: Hans Zimmer
Montaje: David Brenner

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