CABALLO NEGRO: EL OFICIO DEL EDITOR
Por Gabriela Carrión
Con más de 20 libros editados, Caballo Negro Editora dibuja un trayecto, un transitar la labor como editorial independiente. Piensa la literatura “como un animal oscuro corriendo por el campo” y se ofrece como uno: bello, singular. En su movimiento trae consigo poesía, narrativa, traducciones, ciclos de lectura y, como en esta entrevista, una disposición a reflexionar sobre el oficio elegido.
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– Para empezar, me gustaría que nos sumergiéramos en el oficio del editor. ¿Podrías describir tu experiencia? ¿Cuáles son las realidades, las problemáticas a las que debe atender una editorial independiente hoy? ¿Qué lugar ocupa la creatividad en esta labor?
Como en casi todos los casos, comencé editando y publicando mis propios textos. Si bien hay editores que se forman previamente, me parece que por lo general se llega al oficio por el apuro de ver impresos tus propios escritos. Y luego, una vez que le encontraste cierto atractivo a la tarea, continúas, publicás a otros, y vas aprendiendo también a conocer tus herramientas.
Los editores que se desempeñan en editoriales pequeñas (la mayoría), deben hacer un poco de todo: prensa, edición, diseño, corrección, comercialización, legales, eso, que parece un fastidio, termina siendo una experiencia integral muy enriquecedora.
Como problemática aparece siempre el tema de la difusión y de la distribución, pero a mí por estos días me gustaría que las editoriales tengan en su agenda como cuestión inmediata el pago de los derechos a sus autores, por ejemplo.
Es una tarea que requiere cabeza y responsabilidad, pero es cierto que también hace falta imaginación, sobre todo a la hora de componer un catálogo, de elegir textos y autores, y de trabajar para que eso que se eligió alcance su máxima expresión. Es un trabajo siempre colectivo: los diseñadores son editores gráficos, y el arte de tapa para nosotros es un abordaje de lectura tan importante como el texto de contratapa o cualquier otro paratexto que acompañe en el libro.
– Si bien vos ya tenías una experiencia previa como editor, me pregunto por las transformaciones, los ajustes, las variaciones, si es que las hubo, que sucedieron desde el origen de Caballo Negro Editora allá por el 2008 hasta el presente.
Sí, claro que hay variaciones, saltos significativos, cada vez aprendemos más cosas y comprendemos que cada vez es más lo que nos falta aprender… a nosotros la escala de producción se nos va cambiando todo el tiempo. Hacíamos tres libros al año y ahora hacemos siete u ocho. En términos de inserción en el mercado, por ejemplo, es insignificante, pero porcentualmente significa duplicar tu producción y más.
Eso en relación a las tiradas, a la cantidad de títulos, a lo que se vende en las librerías, pero también al alcance que vamos teniendo en los lectores, en los colegas.
– En la página se describen como una editorial independiente que ofrece un catálogo fresco y honesto. Además, alguna vez señalaste que hacia el interior de las colecciones de la editorial existe una heterogeneidad donde conviven escritores consagrados y escritores jóvenes con propuestas diferentes. ¿Podrías decir algo de la vida íntima de estas colecciones, de sus tensiones y conjunciones?
Bueno, hay libros que cuando salen tienen un momento vigoroso, y luego decaen. No porque dejan de ser buenos, simplemente la dinámica editorial los va colocando en otro lugar, siempre cuidado, siempre atendido, pero no en su máxima tensión. Pasan los libros, pasan dos o tres años, y aparece otro título que dialoga directamente con ese libro anterior, y lo vuelve a poner en el centro de interés del catálogo. Eso a veces lo pensamos y a veces sale solo. Entonces nos gusta creer que nuestro catálogo está hecho de rulos, que cada libro tendrá un momento alto y otro bajo pero que luego volverá a aparecer en toda su dimensión muchas veces.
– Creo que hay una pregunta que surge invariablemente: cómo llegar a los lectores. Imagino que las vías de acceso, redes y estrategias para lograrlo son múltiples. ¿Cómo se trabaja en esto desde la editorial?
Bueno, primero hay que pensar bien qué publicar. En nuestro caso defendemos mucho los libros que hacemos porque estamos convencidos de que vale la pena editarlos, publicarlos y ponerlos en circulación. Y hay que saber por qué, también, el «me gusta» es para Facebook, uno como editor tiene que saber por qué publica o no publica tal cosa. Si eso es honesto, en algún momento, tarde o temprano, el libro se encuentra con sus lectores.
Es cierto que hay muchos modos de circulación distintos, te diría que probamos un poco de todo, pero depende también de qué libro se trate, eso define la estrategia.
– Caballo Negro es uno de los coordinadores, junto a Viento de Fondo y Ediciones Recovecos, del Festival Internacional de Poesía de Córdoba. ¿Cómo nace este proyecto? ¿Cuál es su misión, visión y sus valores? ¿Cuál es, según tu opinión, su mayor acierto y qué mejorarías?
El festival era una lamparita en la cabeza de un montón de gente, solo había que ponerse a hacerlo, y bueno, supongo que nadie lo encaró antes porque es un trabajo enorme. Se pudo concretar porque entre las tres editoriales organizadoras hay una confianza de hermanos, y a su vez somos muy diferentes, lo que garantiza que haya heterogeneidad en la propuesta. Eso te podría decir que es uno de los aciertos, que el festival se programa más allá del gusto propio, a los tres nos ha tocado defender en la grilla cosa que no nos interesan en lo personal pero que creemos que tienen que estar porque hay público interesado en escuchar a tal o cual poeta.
Para mejorar hay mucho, todo está por mejorar, a su vez el festival entusiasma, viene mucha gente, y así como vienen a pasarla bien también nos tiran nombres, ideas, cuestiones a mejorar, un poco se va haciendo de a muchos.
– Por último, me interesa que nos hables de aquellos proyectos editoriales que consideres hermanos, familia. Proyectos o labores que quieras destacar hoy.
Bueno, por supuesto que Viento de fondo y Recovecos, por lo que te decía antes en relación al festival. De Córdoba hay muchos proyectos que me interesan, por diferentes motivos: Miembro fantasma, Vilnius, Buena Vista, Diezmil cosas, Esta Vida No Otra y un montón más.
Y más allá de Córdoba, también un montón: Mansalva, Blatt&Ríos, Iván Rosado de Rosario (con estos tres sellos estamos iniciando un camino juntos, agrupados con el nombre de La Sensación), pero también Conejos, Cartografías, Páprika, La pulga renga, no sé, te podría nombrar decenas más, es un momento de mucha efervescencia editorial.
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Página de la editorial: http://caballonegroeditora.com.ar/