Crítica Teatral: “Que Par de Pájaras Las Dos… (Parte 2)”

DE POETA Y DE LOCO… LITA TIENE UN POCO

Crítica teatral de Suena Tremendo

Por Silvina Patrignoni

“Hace rato que me voy
Ya no sé si estoy o si es que vuelvo
Cada vez que pienso en irme”
(en programa de mano de Suena Tremendo).

Y sí, la seguimos. Como las Pérez Correa, que una tras otra nos brindaron sus unipersonales y nos hicieron reír -y reflexionar, claro-. Las payasas son ingenuas tal vez, pero nada debiluchas y lo político siempre está rondando en medio de la vulnerabilidad del “ser del clown”. Suena tremendo abrió el juego con todo, como su nombre lo indica. Irrumpió Lita en el espacio escénico valija en mano (símbolo del clown como menciona Cristina Moreira, por ejemplo) y un llanto agudo. “Me voy” nos anunció apenas llegó. Y se iba nomás, en medio de notas que los espectadores leían a la payasa. “No te vayas” increpó una persona del público, pero Lita ya tenía su sino marcado. Y se fue: la escuchamos taconear por el Pasaje Escuti, sollozar y gritar su despedida mientras golpeaba las ventanas dando la vuelta a la esquina por Fructuoso Rivera.

Pero claro, Lita tenía asuntos que resolver antes de irse y regresó, nos regaló algunas canciones con su cuatro y nos dejó ver, con su historia, la de muchas. Lite debe irse, pero se resiste. Está tensionada en esa paradoja: está pero no está, y con la despedida, la entidad de los objetos cotidianos toma otro cariz. Claro, el humor aquí cumple un rol fundamental para reírse en este adiós, aunque Lita va hacia lo inevitable: el despojamiento. Como una flor, ella se deshoja, los sentimientos oscilantes entre la ira y la resistencia; sumados a la aceptación y a la acción ante lo que deviene, van transformándola de a poco. Después de todo, ¿qué es lo que perdura cuando todo queda atrás, cuando se debe dejar a un costado lo constituido? La tensión poética de la obra opera sobre un conflicto mayor -irresoluble-, mientras la política, lo cotidiano y lo extraño se funden y se confunden en el discurso de la payasa.

Lita nos tiene en vilo: nos hace reír con sus ocurrencias en medio de su “triste obra payasa en un acto” como nos avisan en las gacetillas. Y sí, el clown tiene ese qué se yo, de locos trasnochados, de poetas perdidos… porque esa energía del ser del payaso nos conmueve y nos hace entregarnos, por ese instante, a la mágica acción. Así, la tragedia (tan cercana) se hace más llevadera aún con el sórdido final, el cual, entre lírico y sorpresivo (para algunos), nos incluye. Somos testigos, arte y parte de lo que acontece en el espacio vincular del que nos provee el teatro.

Se lo advertimos, las Pérez Correa, se las traen…y nos llevan. Nos recuerdan la fragilidad humana, más allá del género, y nos engrandecen en la pequeñez circundante del mundo. La nariz roja, no es casual, queda como un punto brillante flotando en el aire, aún después del apagón, como esos láseres molestos que a veces disturban en el cine, pero también como la luz nítida de Marte en algún amanecer. (Y sí, me puse nostálgica, es el efecto residual de tremenda dupla).

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Obra: Suena Tremendo –obra payasa en un triste acto- Las Pérez Correa
En escena: Julieta Daga
Vestuario: José Quinteros
Diseño de luces: Charly García
Dirección: Laura Ortiz

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