«PRIMURAS DE UN JARDÍN DESMESURADO»
Este Jueves 13 de Julio, a las 19 hs. el Museo Municipal de Bellas Artes Dr. Genaro Pérez festeja sus 80 años de creación con la inauguración de la muestra de artes visuales “Primuras de un Jardín Desmesurado”, con la curaduría general de Celina Hafford.
La muestra es una gran exposición pensada bajo la consigna simple y potente de mostrar en simultáneo la mayor cantidad de obras de la Colección Permanente del museo. Obras desconocidas u obras relegadas, obras famosas y obras maestras, obras de todas las disciplinas y edades.
Habitando todas las salas con una técnica de montaje saturado, las paredes presentarán una gran cantidad de obra, ocupando la enteridad de su extensión, del piso al techo, con distancias mínimas entre ellas.
Encontrarán expuestas la mayoría de las obras que posee el Genaro en su acervo, agrupadas según conceptos (cielo, ojos, deseo, sutileza…) que estructuran cada sala con la suficiente amplitud como para que no haya exclusiones y, al mismo tiempo, manteniendo un vínculo entre ellas que el ojo percibe como armonía.
El título de la muestra ya nos adelanta el trato igual a cada obra como un objeto tan precioso como una flor. Junto a otros engranajes curatoriales dispuestos, la presencia de obras pictóricas de flores y paisajes es otro punto sugerido para la continuidad del recorrido.
La exposición ha sido pensada en el marco de la confluencia de dos aniversarios, los 450 años de la fundación de la Ciudad de Córdoba y 80 años de la creación del Museo Genaro Pérez.
Acompañan esta muestra dos proyectos nuevos del museo. Por un lado, una sala dedicada a la historia del museo como institución, acompañada por definiciones fundamentales del trabajo museístico y la producción de exposiciones de arte. Por el otro, al final del recorrido, nos encontraremos con una exposición sobre el trabajo de restauración y conservación de obras de arte que lleva adelante el CCRIyB D. Biffarella del MGP.
El evento de inauguración de “Primuras de un Jardín Desmesurado” incluye la actuación de artistas locales invitados, presentaciones musicales y muchas acciones más.
“Primuras de un Jardín Desmesurado”
Por Celina Hafford
Un hombre o una mujer -la precisión es innecesaria-, cultivan un jardín. Saben que quien crece rodeado de belleza tiene la capacidad de transformar el mundo. El jardín crece entre la maleza. Es un territorio que no se habita súbitamente. Se construye con el paso del tiempo, en el ciclo natural de las estaciones, en el transcurrir de los años, en décadas que van marcando el paisaje con memorias mínimas, en ritmos que celebran los buenos tiempos y suspenden en gestos reconocibles lo que es digno recordar o aquello que merece el olvido. Sobrevive en él lo que tiene el tesón del brote, capaz de arraigarse al suelo, profundizarlo y, simultáneamente, elevarse hacia lo celeste. Somos seres con las raíces plantadas en el cielo, dijo alguien alguna vez.
Un jardín es un organismo vivo, dinámico. Respira. Fluye. Crece. Muere. Se ralentiza en épocas de sequía. Brota y se expande con las mejores lluvias. Estampa en colores constantemente en transformación. Impregna el aire. Aturde su voraz estrépito en lo oscuro del verano, tanto como el silencio de las noches claras de invierno. Es luz y sombra, derecho a la penumbra. Un infernal devenir de seres en movimiento, camuflados entre el terreno, asumiendo formas y tonos del contexto. Es lo que es y lo que hacen de él. El gesto de cada jardinerx cambia la fisonomía del espacio y de la experiencia. Transforma los senderos que llevan al centro y a las periferias. Ofrece nuevos rincones secretos, define perfiles más precisos o invita al salvaje devenir de lo inhóspito. El jardín se parece a su diseñador, asume sus riesgos, provoca la mirada en los rasgos de lo bello y de lo ominoso tal como los percibe su hacedor. El jardín es un diálogo o tal vez un espejo.
He cruzado del otro lado, allí donde aparece lo inimaginado y lo reconocemos.
He construido en mi mente un modelo de ciudad de la cual se pueden deducir todas las ciudades del mundo. ¿Te ha sucedido alguna vez ver una ciudad que se parezca a ésta? Estas palabras ya fueron dichas, ocurrió en tiempos inmemoriales -o, quizás, haya sido sólo una ficción-. Superpuestas unas sobre las otras en un despliegue que llega hasta donde alcanza la vista; cambiando la fisonomía del horizonte, escondidas, sutiles, continuas, las ciudades se expanden hasta abarcarlo todo. Espacio donde se juega la memoria de los actos heroicos y el olvido de lo que no parece pertenecer a todos. Sitio de los nombres, del deseo y de los intercambios. Entre disimulos interpretamos los signos que toman forma entre el cielo y lo subterráneo. Allí donde se posan los ojos, las ciudades invisibles vuelcan la mirada hacia donde ésta es capaz de detenerse. En una relación dialéctica, vemos lo que nos mira. El espíritu, reconociendo lo divino, lo separa de aquello otro que no lo es o no lo parece. Los cuerpos, alternando entre la muchedumbre y el vacío, avanzan, se mueven, se agitan. No sabemos qué universos sostienen a cada transeúnte. Entre la masa informe vislumbramos un rostro del que reconocemos la fisonomía. Felicidad, encuentro, el cultivo de los gestos. Otra vez el ruido. Tal vez la fiesta. Aquí la infernal cuadratura de los días.
He cruzado del otro lado, ¿cuál es la piedra que sostiene al puente?
En el vestíbulo, lirios de agua. Los dedos se deslizan suavemente. Es lo único que aquí se puede tocar. El tacto es helado, como los muertos. La sensación se interrumpe en la línea que une y que separa. Fragmentos esmaltados: residencia familiar, casa de gobierno, habitación desolada, también templo de las musas. Afrodita, no sé qué nombre tiene esta diosa en la cosmovisión comechingona. A la intemperie del paisaje, ¿será posible algún reflejo? La casa es la réplica de otra que ya existía en París, ¿seguirá aquella todavía en pie? El tiempo es redondo, el círculo es perfecto. El museo forma parte de él. Institución estable pero no estática, ritual de permanencia y repetición. Campo de batalla de los patrimonios y las memorias. Ciclo de continuidad y ruptura, en un intento siempre inacabado de visiones contemporáneas actualizadas. Principio de correspondencia en un itinerario de narrativas destinadas a los interlocutores de cada época.
El visitante, mero observador, es invitado a convertirse en habitante y protagonista. Ante la orfandad de los objetos que han perdido a su dueño -único conocedor de su destino compartido-, quien recorre las salas puede confeccionar su propio catálogo. Configurar nuevas categorías de agrupación, nuevas relaciones de interpretación, renovadas perspectivas que quiebren la estructura de lo dado. Sobre las paredes, abarrotado testimonio de una vida, se exhibe todo hasta dejar los depósitos vacíos. Enroque, invitación al juego. Se llena el espacio de imágenes creadas por artistas capaces de expresar en formas diversas lo que vive en los sueños, lo que configuran los imaginarios, lo que late en la realidad del mundo que nos rodea. Al modo de las cámaras de maravillas renacentistas, todo está puesto en escena. No hay aquí ojo ilustrado que sea privilegiado ante otras formas de aproximación. El museo es para todes, pero sólo una élite lo sabe, vocifera un afiche en las orillas. El museo abandona su erudición histórica para convertirse en un oficio de lazos. Deja el territorio interior abierto al ojo deseante que sabiendo -o no- lo que busca, sabe reconocerlo, descubrirlo, quedar subyugado ante el deslumbramiento o ante el espanto.
La belleza, lo sublime, la fealdad, lo trágico, lo cómico y lo grotesco están ahí, son pura latencia. Lo dijo un cordobés, la obra se revela cuando nos muestra algo radicalmente nuevo que, sin embargo, sentimos haber esperado desde siempre: es la revelación de una verdad secreta.
He cruzado.
En los 450 años de la ciudad, celebramos los ochenta del Genaro.
Usted está aquí, en una casa con jardín.
+ Catálogo de la muestra:
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Inauguración: Jueves 13 de Julio :: 19 hs.
Clausura: sin información
Lugar: Museo Dr. Genaro Pérez (Av. Gral. Paz 33)
Entrada Libre Gratuita