LA OSCURIDAD ES OTRO SOL O LA EXCAVACIÓN
“He contado muchas veces que empecé a escribir antes de saber escribir”¨
Olga Orozco
Ante las incógnitas provocadas por la intensidad del vivir, la niña que era y es Olga en su cielo aprende a preguntar, preguntar, preguntar. Sus interrogaciones lanzadas al aire, al pájaro, experiencia vital, se ahondan buscando el jardín, abordan al mundo entramándolo. No le satisface la clausura de las respuestas, o mejor dicho: entiende sólo de respuestas que son nuevas preguntas que tejen más allá. ¿Hasta dónde? Hasta el silencio, o lo inevitablemente vedado. Hasta lo que antecede al verbo primero, su antesala. Hasta que “lo imposible sea”. Aun del otro lado.
Cada historia personal transcurre entre dos gratuidades: el nacimiento y la muerte. De un punto al otro (o al mismo: la vuelta al origen) ocurre la trama donde nos jugamos la vida o la vida nos juega. En los relatos de infancia de La oscuridad es otro sol (1967) de Olga Orozco somos partícipes de las primeras veces de Lía “que vuelve desde el porvenir”, de las experiencias vitales que tiene jugándose: el amor, la muerte, el dolor, las traiciones, lo extraordinario… En la creación, esos acontecimientos esenciales no pertenecen de manera rigurosa, ni menos aun estanca, al “tiempo de la infancia”, sino que ruedan dentro de una memoria circular que los muestra en movimientos multidireccionales, bajo la luz de retornos y anticipaciones. “Acaba de suceder por primera vez. Acababa de marcar hacia delante a todas las mujeres que trasladarían sobre mi sus propias malicias, sus delirios y sus intenciones aviesas”. Hay alteraciones (algunas desmoronan la fatídica relación causa-efecto), simultaneidades, un “desorden” que enriquece la experiencia y sus sentidos. Que alivia cargas, también. En una conferencia dada en Córdoba la autora expresó su deseo de violentar así al tiempo, de transgredirlo para luchar por la vida. Este modo de percibir el tiempo/memoria, quizá, nos permita “trasladar” los símbolos que construyen el mito de la infancia a otros tiempos de nuestra vida. Para ingresar al juego en todo presente, para permanecer siempre en el aprendizaje del extrañamiento.
Olga empieza a escribir hablando, jugando con las palabras, tejiendo aquella interrogación que mencionaba al comienzo. El papel viene después. Como en un juego peligroso, en estos relatos que dibujan el origen de su escritura todo parece estar para abrir o ser abierto. Hay puertas –preguntas- que se multiplican incesantemente, también falsas puertas –preguntas-, laberintos y pasillos que no se sabe si dan a muro o al verde. ¿Acaso abrir no es también cerrar? ¿El pez pájaro? ¿El cielo, el suelo? Olga puede ver en sus relámpagos la unidad de todos, lo primero (otra vez el verbo). “La conjugación es una sola persona. Cada uno es lo otros, y mi nombre y el tuyo son solo una impostura”. Aun cuando “de este lado”, en la caída, se develan motivos incompletos/ sed/ desesperanza: lo separado, lo cerrado, descubre como contrapunto una continuidad que trasciende lo aparente y sus posibles. La pregunta excava, excava, y llega al fondo del cielo.
La profundidad milagrosa, la generosidad textual y vital de estos relatos, nos dan la posibilidad de realizar una lectura con los ojos cerrados, afín a un tacto. Hay relieves que parecen no terminar de explorarse nunca. Es asombrosa la densidad, los espacios que siguen abriéndose a pesar de las sucesivas leídas, como velas mágicas que vuelven a prenderse para que pidamos más deseos. Pedí lo imposible. Y que sea.
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Libro: La Oscuridad es otro Sol
Autora: Olga Orozco
Editorial Losada – Buenos Aires 2010
La «Maga» es sin dudas una de nuestras grandes poetas, sino la mayor. Su increible capacidad para penetrar en el corazón y en la conciencia del ser humano, en el centro mismo, misterioso y casi inexpugnable de lo humano, el relevamiento de todos los territorios que palpitan puertas adentro de la sangre, hacen de ella, de su penetrante develación, una de las voces mas agudas y originales de la poesía de habla castellana.Magia, escozor, paisajes interiores puestos al desnudo que develan implacables todos los intersticios y las fascetas de la condición humana, transforman su poesía en un documento y en enun legado estético simgular y único…. Esto pienso de su poesía.
Carlos Garro Aguilar-
Carlos, gracias tus palabras. Acompañan esta reseña/ensayo y lo hacen con creces. Espero que todo esto que vamos tejiendo sea una puerta para otros lectores y lecturas.
Este libro, regalo de una hermanita del alma, no se agota en la primera, segunda, tercera lectura. Es un libro de eterna búsqueda de lo imposible: tocar en la esencia de la vida y de la muerte. Leemos las memorias de Olga y quienes encontramos somos nosotros. Y cuando nos encontramos nos perdimos, pues los contrarios no son exatamente contrarios. Olga Orozco no busca respuestas, como ya nos ha dicho muy bien Carrión. Orozco busca más y más preguntas. Es como escribe Clarice Lispector en «A Hora da Estrela»: «Enquanto eu tiver perguntas e não houver resposta continuarei a escrever». Este profundo cielo de dudas es nuestra certeza. Esta oscuridad es en la verdad nuestro otro sol, aquel que ciega pues es luz en potencia atómica y creativa. El dolor no es dolor, es la consciencia de nuestra existencia. Me encantó la experiencia de encontrarme y perderme de mí en la poesía de Orozco. Me encantó la reseña-ensayo. Prendió la llama para conocer más y más el sol negroalumbrado de Orozco.
Querida Patrícia, agradezco entrañalmente tu presencia en este espacio, la lectura atenta y la dedicación en tus palabras. Vos sabés, el gesto…
Como decís, las palabras de Olga no se agotan, simplemente porque han llegado muy cerca de lo fontal y han emprendido un viaje que es siempre en Presente. Hay una búsqueda auténtica hasta las últimas consecuencias. Un asunto vital. Se trata de un juego peligroso, sin dudas.
Me alegra que la reseña sea trampolín para conocer más, más, más…
[Ahora ha salido su poesía completa, y además, está la segunda parte de los relatos de infancia, que se llama «También la luz es un abismo». Ya veré cómo hacértelos llegar]
abrazos enormes
y agradecidos