Editorial: “ENTRE FRÁGILES”

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LA PASIÓN DE LOS FRÁGILES

Por Manuel Ignacio Moyano
manuel moyano

 

– Sobre la muestra “Entre frágiles” de Indira Montoya –

Podría hablar de las diversas obras que componen el universo de la presentación de Indira Montoya en la galería de arte La Cúpula, el pasado 31 de octubre de 2014, o podría detenerme sencillamente en un momento fugaz de una de ellas. Opto por esta segunda opción porque considero que sólo en el relámpago en que se constituye una imagen se puede dar cuenta no de la totalidad de la obra, sino de la totalidad del mundo y de la política. En el videoperformance llamado “Tierra de nadie”, la sombra de un cuerpo se proyecta sobre una cama sin hacer, sobreviviendo en una danza lenta que acaricia los pliegues de unas sábanas sin nombre. Aparece también una emergencia de subtítulos poéticos que traducen el silencio. No sólo hay una imagen bellísima, no sólo hay una intensidad poética de primer orden, hay allí ante todo un apasionamiento político.

Una sombra es el contrapunto que un cuerpo interpone entre una luz y su medio, y por esto mismo es la prótesis profana de los cuerpos que lo extienden más allá de sus contornos. Es la forma en que un cuerpo se vuelve virtual y se expande. Pero no sólo ello, sino que también es el modo en que un cuerpo se deshace de su realización física y abre un sistema de fuerzas inútiles, fuerzas sin presión, fuerzas que no incrustan movimiento en los objetos que alcanzan. Es aquí donde la caricia que la sombra proyecta sobre los pliegues de las sábanas desarmadas se muestra como una caricia inútil, como un paradójico contacto sin fuerza, un contacto entre frágiles. Ante lo efímero de un pliegue en las hilos de aquellas telas, la sombra los toca dejándolos intactos. Hay una escena frágil que alcanza la sensibilidad de la infinitud de hilos que componen cada hilo de una tela, sin modificarla, sin torcerla, sin transformarla. Esta sombra danzante tiene como función exponer la sensibilidad de las cosas y del mundo, esto es, la capacidad de las cosas y del mundo de ser modificadas, sin transmutar en un milímetro sus disposiciones. Hay una passio sine transformasione, puro apasionamiento de lo sensible. Y repito “hay” tantas veces porque de ningún otro modo el lenguaje podría alcanzar al mundo, a las cosas, a lo sensible y su imagen.

La pasión es la capacidad de algo de padecer alteraciones, pero esa capacidad no se reduce a las alteraciones padecidas, sino que las sobrevive una y otra vez en la forma del exceso y la desmesura. El punto exacto de la pasión, del apasionamiento, no es humano ni vital. Pertenece indefectiblemente a la materialidad sensible de los cuerpos orgánicos e inorgánicos, es decir, a sus imágenes. Estas imágenes no son su representación, el esquema que denota visual o sonoramente una realidad previa, sino la emergencia de ellos. Los cuerpos emergen en sus imágenes, en ellas se exponen y se donan. La imagen de la sombra que acaricia las sábanas, esa imagen imposible que se muestra en el videoperformance de Indira Montoya, señala la materia de las cosas: su fragilidad, es decir, su pasión, su capacidad de transformación. Y también la contraparte: la capacidad del silencio de traducirse en imágenes sonoras sin sonido, en los subtítulos poéticos. Hay, nuevamente, una política que expone la pasión de los frágiles, una política inoperante, inútil y sin embargo absolutamente potente: en ella se muestra la materia del mundo (o la inteligencia de lo sensible) y su absoluta posibilidad de devenir siempre otro. Señalar eso sin corromperlo en la vorágine productiva del capitalismo contemporáneo, es una resistencia política que la muestra de Indira Montoya nos exige reflexionar y resguardar.   

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Artista: Indira Montoya
Muestra: “Entre frágiles”
Lugar: La Cúpula / Galería de Arte – Media Lab. (Humberto Primo 14 – Piso 2 – Depto. 7)

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