YA AGARRASTE POR TU CUENTA LA PARRANDA
Por Verónica Aguada Bertea
Crítica teatral sobre la obra obra “La entrañable intimidad del terruño”
Él parece tener una cortina por saco. Le queda chico. Canta de manera extraña. Algo como de amor. Yo estoy tomando Gancia con Sprite. Y lo escucho llorar o cantar por amor, no estoy segura. Tampoco estoy segura si sufre. Pero tengo la sensación de lamento.
La escena transcurre y parece que él no es él. Él parece estar al margen. El verdadero él está vestido de pollo. Sí, de pollo. De vendedor de pollo, de delivery quizá. Con su traje amarillo pollo (no patito). Habla raro. No le entiendo. Parece que su vida se da entre entrega y entrega. Todo a las corridas. Y está apurado. No puede poner la llave en la puerta porque está apurado. O no entran las llaves en la puerta. Parece que su casa ya no es su casa. Tartamudea, tiene espuma por la boca. No puede con la situación. “Bombacha, corpiño, calzoncillo. La pava está en el fuego. Bombacha, corpiño, calzoncillo. La ventana está abierta y hace frío. Bombacha, corpiño, calzoncillo.” Caos.
Ella habla por teléfono. Tiene perlas en el pelo y las piernas muy largas. Ella reza en latín. Tiene un deseo que no se le cumple. Ella reclama, se arrastra, es el modo de existencia que le deja una ciudad sin subterráneos. Se arrastra porque desea viajar en subterráneo, desea que nadie le grite groserías a la noche, desea que alguien la ame. Él y ella se conocen.
Y comienzo a llorar. Me duele la violencia, me duelen los excesos. La falsa compañía que no es más que el residuo del individualismo. Me duele la tiranía de la diversión, el estar obligado a “pasarla bien” en lugares que instruyen como hacerlo. A disfrutar mediante el consumo. Un consumo que no consigue llenar los vacíos de esta vida en la que encontrarse tiene sentido si para ello utilizas tu Smartphone, tomas una Quilmes (o Branca con Coca Cola), vestís un Levis, y oles a la cosa más exótica que venga de otro continente. Encontrarse para después tener algo que compartir por Facebook o para sumar seguidores en Tweter.
En palabras de Emilia Zlauvinen, directora y coordinadora dramatúrgica del espectáculo: “Los personajes exhiben deliberadamente su individualismo. Pretenden imponer su ego, intentan en vano ser el centro de atención (de los otros personajes y del público mismo). Gritan, gesticulan, se muestran y exponen su mundo interno constantemente. Exageran sus sentimientos y buscan la compasión del resto. No obstante, no tienen nombre y les da igual cómo los llamen.”
Obra de teatro en la que se destaca el trabajo actoral, en particular el de Melina Sánchez Bronzini en su videoclip de Paloma Negra de Lola Beltrán. Haciendo dupla amorosa con la actriz, el multifacético Henry Mainardi (director de otros espectáculos), y tripla amorosa con el joven Luciano Quiroga Geuna. El cuadro no se completa sin la presencia más extraña, Federico Bellini, presencia constante, la música, como si fuera un dios del tiempo. Un tiempo que parece constante. Un tiempo en el que parece nunca amanece. En el que mi casa ya no es mi casa, en el que todo se vuelve siniestro.
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Dirección: Emilia Zlauvinen
Asistente de dirección: Vanesa Alba
Actores: Melina Sánchez Bronzini, Luciano Quiroga Geuna, Santiago Pianta (año 2012) y Henry Mainardi (año 2013)
Músico: Federico Bellini
Diseño lumínico: Belén Vega
Dramaturgia Escénica de «Los Desterrados de Eva».
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