Crítica Teatral: “CUERPO FEROZ”

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JUGUEMOS EN EL BOSQUE MIENTRAS EL LOBO NO ESTÁ

Por Emilia Zlauvinen
Emilia Zlauvinen

 

 

 

 

 

“Cuerpo Feroz. Radiografía de una ciudad”, nos anuncia el programa de mano. De entrada, una invitación a los espectadores a ser –por un instante- radiólogos atentos que husmean el interior de una ciudad. ¿Qué ciudad? ¿Cualquiera? ¿Qué radiografía? ¿La de un pulmón, la del “pulmón de la ciudad”? Primera imagen: pequeños engranajes se proyectan sobre un fondo en blanco al son reconocible del ruido de alguna máquina en movimiento. Dos engranajes, diez, cientos. Una invasión maquinea. ¿Revolución Industrial?

Segunda imagen: dos mujeres de pie y un hombre y otra mujer sentados debajo de aquellas dos. Las mujeres paradas levantan sus brazos sosteniéndose de un caño imaginario. Los cuatro se mueven al unísono. Pequeños movimientos espasmódicos. Miran hacia al frente, hacia algún frente, al más allá. Miran a la nada. Se pierden en la nada. De fondo se proyectan imágenes citadinas. Una voz femenina en off repite la hora constantemente. Las horas. Las horas que pasan: veloces, lentas, ininterrumpidamente, insoportables. Ellos viajan en colectivo. La máquina otra vez: el despertador que fue apagado tres veces, los minutos de demora que son tolerables, el tiempo y su tiranía en la vida moderna, el colectivo y su motor, las imágenes de la ciudad como fotografías tomadas por la retina de nuestros ojos. Se repiten. Tantas veces grabamos en nuestro iris los caminos recorridos a través de la ventanilla de alguna línea de colectivo. Los hombres-máquina que se apilan uno al lado del otro para viajar, los hombres-máquina que se apilan “uno arriba del otro en Nueva Córdoba”. Que cumplen horarios. Que llegan tarde. Que viven así.

Tercera imagen. Cuarta, quinta, sexta. La vida color rosa de una mujer feliz. La vida desahuciada de una climatóloga ciclotímica exhausta de esta “ciudad inestable”. La vida con cara de amargada de una patovica-perro-perrovica. La vida peligrosa de Romeo, estudiante extranjero perseguido por la policía por ser negro. La vida. Las vidas de cuatro personas. De diez, de cientos, de miles, millones. La vida de los cordobeses que caminan por una Nueva Córdoba inundada con desechos cloacales. La vida de los cordobeses que sufren el Código de Faltas. La vida de los pibes que no pasean, que merodean. La vida de los que miran con indiferencia.

Séptima imagen (o quizás alguna imagen anterior: entre la quinta y la sexta, no lo recuerdo bien). Dos de las actrices, sobre una tarima, mecen entre sus brazos un manojo de ropa blanca. Luego, la tienden. Dos madres acunan en su pecho a su bebé. Dos mujeres cuelgan al sol la ropa que acaban de lavar. Las actrices toman la ropa, nuevamente, entre sus brazos. Siguen meciéndola. La tiran hacia abajo. La sueltan al aire. Se liberan de ellas (de la ropa y de ellas mismas). Dos mujeres se liberan de su rol rutinario de “ser mujer”. Lo sueltan al aire. Los otros dos actores recogen la ropa y la lanzan en dirección a las actrices que están más arriba. Ellas la sueltan, otra vez. Ellos la recogen y la lanzan de nuevo. Una lucha incansable por romper el “deber ser”. Una lucha incansable en una ciudad que mira al costado mientras se ahoga en sus propios desechos cloacales, mientras se ahoga en su propia mierda. Una y otra vez.

Cuerpo feroz nos propone una mirada atenta sobre la ciudad. Nuestra ciudad: Córdoba. La Córdoba dolorosa, la Córdoba olorosa. La Córdoba engranaje de un sistema cruel e inhumano. La Córdoba de los cordobeses que buscan exhumarse de sus culpas en esta ciudad tan inestable. Cuerpo Feroz nos enfrenta a la ferocidad misma: la de la tecnología, la de los cuerpos de los actores que sudan su propio desgaste, la de la ciudad que los alberga, la de cualquier ciudad. La ferocidad de la basura y la mierda que nos carcome cada día. La ferocidad de cada uno de nosotros y de todos los que queremos salir a jugar cuando el lobo no está. Pero nos olvidamos quién es el lobo, o al menos cuánto de lobo hay en cada uno de nosotros.

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Cuerpo Feroz. Radiografía de una ciudad.
Actores: Cecilia Blanco, Pamela Fernández / Verónica Aguada Bertea, Mariano Ludueña y Yohana Mores
Voz en off: Chili Peralta Vissani
Músico en vivo- composiciones originales: Federico Ragessi
Proyecciones: Suyaj Gómez Vagliente (producción de videos y operación), Gabriela Bustos (proyección de dibujos en vivo)
Dramaturgia escénica: Verónica Aguada Bertea
Dirección: Henry Mainardi y Verónica Aguada Bertea
Producción: La Volacera

Funciones: Jueves de Abril  ::  21:30 hs.
Teatro: El Cuenco

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