Reseña: “DONDE COMIENZA A MOVERSE EL MUNDO”

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DONDE ACECHA EL PELIGRO, CRECE LO QUE SALVA

Por Javier Martínez Ramacciotti
Rama

 

 

 

 

– Sobre Donde comienza a moverse el mundo (Nudista, 2014) de Carina Radilov Chirov –

Donde comienza a moverse el mundo de Carina Radilov Chirov es un compendio de siete relatos que pueden ser leídos como siete sueños de siesta- acá puede notarse un guiño a Luciano Lamberti, a su Sueños de siesta y sobre todo a El asesino de chanchos -, un paisaje entre rural y urbano dominado por la pesadez de los cuerpos y las decisiones, un ambiente húmedo y repleto de visiones ominosas; un sueño que, como dice en uno de los cuentos, es tanto más terrible cuanto que nunca sabés muy bien si al despertar en realidad no seguís en el sueño. Siete sueños de siesta, entonces, donde siete mujeres se topan con el instante donde empieza a moverse un mundo, el suyo, el de sus pasiones. Un instante de quiebre y locura, tanto más terrible cuanto que nunca se sabe si ya se terminó o si, como los sueños de siesta, se prolonga incansablemente.

En efecto, los relatos parecieran construirse como un montaje de tres movimientos simultáneos: cartografía de lo ordinario, interpelación interrogativa por la posibilidad de una transformación y escenas de pedagogía impura sobre formas de la huida. La prosa de Carina no endulza el imperio repetitivo de un pueblo; allí se evidencia con la fuerza de un golpe cómo el mundo de todos los días es el mundo de la jornada laboral, el mundo de las funciones y la productividad, los lugares consignados, la reducción de un cuerpo a fuerza de trabajo y la lenta pero indetenible acumulación de plusvalía. Y sin embargo, sobre el trasfondo de ese fotograma sepia, una y otra vez desfila la misma pregunta: ¿cómo dar inicio a un mundo y una vida en la maquinaria del capital y su fábula sociológica? En esa repartición de lugares, en esa cartografía desértica, lo que aparecen son individuos y subjetividades ancladas a una vida impotente, que no encuentran más que la itinerante confirmación de aquello siempre igual, unas vidas bailando deslucidamente un loop existencial. ¿Puede haber otra música que interrumpa la monotonía sostenida e incite a los cuerpos a arrebatar otros movimientos inéditos? En el mismo plano de la cartografía de lo ordinario, la voz de Carina no deja de susurrarnos que “donde acecha el peligro, crece lo que salva”, como nos recordaba Holderlin allá atrás en la noche alemana. En el fondo de la tristeza, en el agotamiento de todo proyecto y posibilidad, aún resta, persistente, algo; aferrarse a la intermitencia de ese resto en una espera sin promesa, como si fuera el remanente de gasoil en un tanque vacío, y dar el paso siguiente sin cartografía del porvenir ni certeza de algo así como porvenir: otro punto clave que nos exhiben los cuentos donde el mundo comienza a moverse, donde el mundo, agotadas todas las jugadas, recomienza, en el vacío de sus recursos, una nueva mano. Ese resto, esa persistencia, pareciera tomar un nombre y una figura en el libro: el aguante. Todo acto es el penúltimo acto si uno aún conserva (aguanta) el impulso del arrojo, un destello de ánimo sonámbulo. De este modo, podemos pensar los cuentos de Carina como narrativas de las formas de la resistencia incubando el impulso, la inspiración, el pasaje de una vida de todos a una vida propia. Los cuentos son, así,  un pasaje por el gigantesco osario que es cada día para alcanzar la cifra minúscula de una vida que responde por ella misma, autorizándose a decir: “sí, yo deseo”. Una vida a la altura de sí misma, autónoma, que ha conquista su más íntima posibilidad, y cuya nombre más antiguo es: una vida feliz. ¿Puede haber una vida feliz en el mundo?, pareciera ser la interrogación que despliegan las escenas narrativas de los cuentos, y la respuesta es central: sí, pero no en el mundo, sino en el exacto punto bisagra donde un mundo comienza a moverse, donde un mundo se arroja a la indómita epifanía de lo inédito.

Y es importante remarcar ese “sí, pero” de la respuesta, porque en esa complejidad reside la potencia estética y ética del libro, que de otro modo podría perder gran parte de su fuerza. En todos los relatos, los pasajes de transformación carecen de toda épica idealista, la cual siempre exalta el salto de un punto al otro y relega en un segundo plano el proceso mismo del cambio; los cuentos de Carina, por el contrario, son testimonios de un exilio, pero de una tipología muy concreta que llamaremos huidas materialistas: aquellas que focalizan y hacen hipersensibles el conjunto de condiciones de imposibilidad de la huida. Todo materialista- parece saberlo Carina- habita un mundo cerrado, sobredeterminado en cada esquina del ser, y sin embargo, aún, resta algo. ¿Cómo alterarse, como dejarse afectar por la pasión por la alteridad, en un mundo clausurado? ¿Qué es una vida signada por una felicidad materialista, que huye y se transforma tatuada por las imposibilidades, y que no sublima en fantasías una piel virgen que ha olvidado todas sus huellas y resplandece como el primer cuerpo bajo el primer sol? O, repitiendo matizadamente la pregunta inicial: ¿cómo dar inicio a un mundo en movimiento y una vida feliz en la maquinaria del capital y su fábula sociológica? Hay una frase en el libro que pareciera condensar el pathos, la tonalidad emotiva y la inclinación subjetiva necesaria para una respuesta: “Hay que aferrarse a una fe”. Sí,  fe en el movimiento, en el instante imprevisible e incalculable en que una vida se quiebra y hace “crack”, y de las esquirlas de la rotura sale disparado un fragmento óseo (o siete, como es el caso) que resplandece al encuentro con la luminiscencia del sol de madrugada de un nuevo día: en ese resplandor se concentra la potencia de estos cuentos, en ese brillo que resguarda la posibilidad flotante de una vida feliz, una reliquia para este mundo, el tañido primerizo de una voz propia, una voz tendida al campo abierto del porvenir. Una voz que dice, solamente: “si ella pudo con todos, yo también voy a poder”

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+ acerca de Javier Martínez Ramacciotti:
Nació en Córdoba, 1985. Participó de las antologías de jóvenes narradores Es lo que hay y Los nuevos, ambas editadas por Babel, y de Dieciocho. Antología de poetas hombres de Córdoba (Tinta de Negro Ediciones). Ganó el Primer premio del Concurso Literario El Banquete 2011 y fue seleccionado también con el primer premio del II Concurso Nacional de Poesía “Taller Latinoamericano de Poesía Fundación Pablo Neruda 2012” Publicó: Fondo Blanco (Alción, 2011), Papá-Oso (La Sofía Cartonera, 2013) y Alto Mediodía (Llanto de Mudo, 2014) y participó de los libros colectivos de ensayos: La Obstinación de la escritura (Postales Japonesas, 2013) y Violencia y Método. De lecturas y críticas (Letranómada, 2014). Es editor de la Revista Digital Caja Muda: www.revistacajamuda.com.ar

Libro: “Donde comienza a moverse el mundo”
Autor: Carina Radilov Chirov
Editorial: Editorial Nudista – Agosto 2014

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