Aquí y Ahora: LAURA CASSIN

SOBRE EL ORDEN DEL SER Y DE LAS COSAS

Por Jonás Perea Muñoz

Amanezco en casa junto a una obra de Laura. Es un profundo bosque sureño y mucho, mucho más… La imagen es cautivante; te atrapa y te sumerge en un mundo mágico, real y surreal al mismo tiempo.

No hay persona, que pase por casa, que no se detenga a observarlo de manera contemplativa… creo que en ese momento aparece la mirada subjetiva y el plano sensible que todos llevamos dentro… me gusta escuchar sus opiniones sin omitir juicios de valor… y vuelto a la soledad de mi estudio repaso aquel paisaje que permanece intacto… salvaje.

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– ¿Cómo es un día en tu taller? (detalles de la vida cotidiana).

Me gusta madrugar para empezar el día moviendo el cuerpo (5-5.30 am), después mate y/o café con desayuno generosoy luego dedico tiempo a alimentar la cabeza gran parte de la mañana (estudio, investigo, escribo, leo, etc). A partir de media mañana hasta el final del día, cada día es diferente: clases, registros, proyectos propios, viajes, generar material para alumnos… Nunca un día es igual al anterior. Cargo cámara, salgo, armo escenas en el estudio, los días se van armando sobre la marcha. Escribo ideas, bosquejo, saco una foto, dos, cientos… pruebo, le “pifio”, sigo probando. Hay días que no toco la cámara.

– ¿Cuándo trabajas?

No lo considero trabajo, sino más bien un estilo de vida, por lo que entonces podría decirse que desde que despierto hasta que caigo rendida a la noche. Absolutamente todo se vincula en la obra.

– ¿Cuándo nace la obra?

Cada una nace en el momento que menos lo pienso. Por lo general en momentos de relax: caminata, entre mates, en una charla con un amigo, mirando a la nada misma en mi hamaca paraguaya escuchando el sonido del mar en mi estudio. La mayoría de las veces en el instante justo antes de dormirme por la noche o en sueños (razón por la cual tengo un cuadernito en el que casi nunca entiendo que escribí en la mañana)

– Si tuvieras que ligar tu obra a una corriente o a referentes actuales que alimenten tu trabajo, ¿cuáles serían?

Mi obra es diversa, sin género especifico, por lo cual puedo “pasear” por la fotografía conceptual en soporte natural impreso con clorofila a realizar un registro documental en soporte digital, para mi juego, mi diálogo, todo vale. Todo dependerá del interés que se me presente al momento de fotografiar. Autores que admiro, muchísimos: artistas reconocidos, colegas, alumnos.

– Aquí y ahora (lo primero que se te ocurra)… sigo siendo una aprendiz incansable.

Una comida, bebida y/o un postre: un buen queso con pan casero, Cabernet Sauvignon y budín de pan con dulce de leche.
Un aroma: entre los poquitos que distingo, el vino es uno de mis preferidos (sufrí de anosmia toda la vida y estoy “aprendiendo a oler).
Un disco: Mapas, de Vetusta Morla.
Un libro: Crónica del pájaro que da cuerda al mundo – Haruki Murakami.
El mejor regalo: la cámara con la que descubrí la fotografía.
Otras disciplinas que desarrolles con comodidad y cuentas pendientes. La docencia, mi otro gran amor.
Una compañía: la soledad.
Un lugar en el mundo: los brazos de mi hermana.

– Comentanos un poco de tu trayectoria.

Mi amor por la fotografía fue casi instantánea cuando me regañaron una pequeña cámara compacta digital a mis 30. Antes de eso, pocas veces había tomado fotografías. Un hermano de otra vida me la obsequio y no pude soltarla más. Me dediqué de lleno desde ese momento. Comencé jugando, luego tomé un curso para aprender un poco más y mi profesora de aquel entonces vio algo en mi mirada y me invitó a formar parte de su estudio en Río Cuarto. Comencé a trabajar en eventos sociales, para pasar por la moda, la fotografía de producto, y a la par comencé a trabajar mayormente en autorretratos (siempre creí que el autorretrato me permitía descubrir quien voy siendo en determinado momento). Tomé cursos, talleres y participé de clínicas de toda índole, incluyendo a grandes referentes de nivel nacional e internacional, entre ellos Marcos Lopez, Luis Gonzales Palma, Eloy Mora, Walter Astrada, Daniel Fisher, Eduardo Medici. Descubrí la fotografía documental y me enamoré. Realicé dos diplomaturas en fotografía documental de la mano de Andrea Chame, a quien considero ahora un gran pilar. Aunque para ser sincera, mi gran necesidad por aprender y mi eterna curiosidad siempre hizo que dedicara gran parte de mis días a estudiar de forma autodidacta. Me dediqué a la docencia, quería compartir con otros el “sentir” al momento de fotografiar, actividad que sigo realizando hasta la fecha.

– ¿Cómo es el paso del taller al museo y viceversa?.

Controversial (risa interna). Me cuesta mucho llegar al momento de muestra. Cuando fotografío nunca pienso más allá en el momento del click. Me fascina el acto de fotografiar, pero debo reconocer que pensar en muestras me estresa. Si bien he tenido la oportunidad de participar en diversas muestras a nivel nacional e internacional, siento que genera un estrés desmedido el acto de mostrar por lo que por lo general termino utilizando esa energía para seguir produciendo en vez de enfocarme a participar de una muestra.

– Podes anticipar algo de lo que estás trabajando ahora, ¿Ya hay fecha para una próxima muestra?.

En este momento estoy trabajando en un proyecto conjunto a la par de un gran amigo y colega uruguayo en el que mixturamos texto e imagen, y… en pleno proceso individual donde busco interpelar con miedos, viejos patrones adquiridos, con los misterios de la sombra propia. En ambos casos sin ninguna expectativa más que el puro placer de realizarlo (si se monta muestra o no siempre se define a fin de obra).

– ¿Cuál es tu definición de Arte?

Ante todo, en mi caso, juego y autoconocimiento. También diálogo, sentires, placer, y definitivamente un acto de entrega.

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Laura Cassin es incansable en su labor y su mirada es inquieta. En lo personal y sujeto a mis interpretaciones, creo encontrar rasgos de humanidad en su obra. Ella nos muestra «La Belleza» que no todos sabemos ver. El observador es partícipe desde un plano sutil que trasciende a la representación meramente pictórica. su obra nos lleva consciente o inconscientemente a nuestra génesis… a la infancia y sus aromas, al juego, al contacto con la tierra, a la integración con la naturaleza y a la reflexión de que somos parte de un todo… simplemente complejo.

Jonás Perea Muñoz / Aquí y ahora – Ciclo de entrevistas / Mayo 2020

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