Crítica Cinematográfica: “THE MASTER”

LO RARO Y PAUL THOMAS ANDERSON

Por Lucas Moreno

Rareza espiritual la de este director. Porque no es obvia ni explícita ni forzada; está en el fondo de su cine y aparece intermitentemente, como las burbujas de un monstruo escurridizo sobre la superficie de un estanque.

Esta teoría fugaz sobre la rareza espiritual de Paul Thomas Anderson se percibe en el choque de un montaje clásico con otro contrapuntístico, de un guión sólido con otro sinuoso, de una música atonal entreverada con canciones pegadizas. Libertinaje plástico tan espontáneo como aséptico.

Paul Thomas Anderson no es un virtuoso ni un grandilocuente. Es un enfermo, un maniático y un desesperado que filma como si jugara al ajedrez en arenas movedizas; una mente como la suya no puede filmar películas modestas o simples. Es un recipiente que no le cabe. Tan dominado está por sus obsesiones que necesita imponerlas con técnicas cinematográficas imposibles y milimétricas. Paul Thomas Anderson tiene que filmar a lo grande, con planos secuencia hiperensayados, con elipsis arriesgadas, con narrativas paralelas, convergentes y divergentes. Es la autoexigencia de un forense que aún descompuesto por el formol, analiza una y otra vez un cadáver.

Su obsesión medular es la relación mentor-discípulo. O más psicoanalítico: el asesinato de la figura paterna y la culpa edípica. Materia prima que arrastra desde Boogie Nights (1997), con ese Mark Wahlberg catapultado por un director porno a una fama sucia. Luego en Magnolia (1999), donde Tom Cruise intenta cerrar un duelo paterno. Pausa rara pero lógica con Punch-Drunk Love (2002), hasta reincidir con la enemistad complementaria de Daniel Day-Lewis y el sacerdote en There Will Be Blood (2007).

Sin embargo, donde más perfecta y madura se halla esta obsesión es acá, en The Master. Título que los distribuidores no cambiaron quizá por pereza, porque existen muchas películas con la palabra maestro o porque el inglés ya nos conquistó.

Siempre superando las 2 horas, a Paul Thomas Anderson le gusta cubrir grandes masas de tiempo, lineales o cuánticas, no importa; es un requerimiento para enredar y desenredar sus personajes tantas veces como le sea posible.

The Master estudia minuciosamente la relación entre un veterano de la segunda guerra y el falso fundador de la cienciología. Cuánto habrá sido el pánico de los productores ante los adeptos para inventar un personaje sustituto… Como sea, Joaquin Phoenix cumple el rol de esclavo y Philip Seymour Hoffman, de amo, con las ambigüedades que eso implica. Actoralmente hacen algo muy complejo para cualquier mente humana. Basta observar cómo Phoenix controla cada músculo de su cara crispada o escuchar las mínimas inflexiones de Hoffman demostrando inseguridad, para entender que sólo la arqueología podrá esclarecer la magnitud de estas actuaciones.

El fin de la guerra y el nacimiento de la cienciología. En The Master, una no será consecuencia de la otra, pero buscan insistentemente alguna conexión causal. El trauma de Phoenix, esa vulnerabilidad que con apenas un primer plano te encorva el alma, habilita la megalomanía de Hoffman con sus delirios cósmicos mal racionalizados. Y el ego tambaleante de Hoffman es sostenido por la servidumbre primate de Phoenix. Ambos se necesitan, se aman y arruinan la vida. Esta tensión retorcida a lo largo de los años consigue un relato asfixiante. Dependencia impotente de seres frágiles buscando amparo místico, buscando algo que no entienden. Porque ni Phoenix entiende a Hoffman, ni Hoffman a Phoenix.

Angustia y adicción tensándose fatalmente. Estupefacción que se esparce como tinta en el agua con un final que lo succionará todo, un final de los más reveladores jamás filmados en la historia del cine.

Cuando un relato es tan extraño como legible, un genio se nos apareció en la oscuridad. No hace falta fundarle una secta, pero sigamos amablemente a Paul Thomas Anderson.

Calificación: 17,5 morenaux

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Título: The Master
Título original: The Master
Año: 2012
País: EEUU
Duración: 143 minutos
Dirección: Paul Thomas Anderson
Guión: Paul Thomas Anderson
Producción: Paul Thomas Anderson, Albert Chi, Megan Ellison, Daniel Lupi, Ted Schipper, JoAnne Sellar, Adam Somner, Will Weiske
Intérpretes: Joaquin Phoenix, Philip Seymour Hoffman, Amy Adams, Laura Dern, Jesse Plemons, Rami Malek, Kevin J. O’Connor, Ambyr Childers, Lena Endre, W. Earl Brown
Dirección de Fotografía: Mihai Malaimare Jr.
Dirección de Arte: Conner McKinley
Sonido: Christopher Scarabosio, David Acord
Música: Jonny Greenwood
Montaje: Leslie Jones, Peter McNulty

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