Crítica Teatral: “MARÍA ALONE”

11

LOS NOVENTA FUERON BARROCOS

Por Manuel Ignacio Moyano
manuel moyano

 

 

 

 

– Notas sobre  María Alone, trabajo final de tesis de Gabriel Andrés Pérez y Cinthia Andrea Brunetti –

I. La primera evidencia con la que uno se topa al presenciar María Alone es un trabajo metonímico: el ultraje, violación y asesinato de María Soledad Morales por parte de los hijos del poder pone en el tapete la obscenidad del neoliberalismo noventoso. La parte por el todo, dicho rápidamente. Pero hay un condimento extra que trastoca ese gesto, donde la parte ya no es el todo, sino que es la parte de otra parte que parte todo. Ese condimento es la revolución. Dice la sinopsis: “Un hombre planea la revolución desde hace muchos años. Esta noche convocará a la imagen que usará como estandarte de su revolución: María Soledad Morales.”

Los sueños milenaristas y utópicos del hombre revolucionario, el hombre que quería crear al nuevo hombre, ya no tienen asidero en la actualidad. El fin del hombre ha sido en la misma medida el fin de la revolución, pero no de cualquier revolución, sino el fin de la revolución humanista. Por esto mismo, el anacronismo del hombre revolucionario y humanista inscripto en la trama del asesinato de María Soledad Morales y la complicidad del poder político de los noventa, trastoca todo y muestra lo esencial: los noventa fueron una anarquía grotesca y bien berreta. Hay un modo del barroco ahí.

 

II. La anarquía barata, con gusto a sidra, colorinche, abigarrada entre los cuerpos y los lenguajes, abigarrando todos los cuerpos y los lenguajes, necesita de una liturgia: ella será María Alone, la nueva virgen de esa otra humanidad. El grotesco salta a la vista y hace saltar la vista en su enfundada complicidad con el poder de los noventa. Esta es una obra maravillosa porque no trata de emancipar al espectador, no se sostiene en la arrogancia milenarista de la salvación, sino todo lo contrario: juega allí mismo su juego y le clava al poder una trampa, la trampa de su propio espectáculo. Los noventa fueron un espectáculo barroco, una confluencia en tensión de los más diversos planos, el mismo espectáculo anárquico de la revolución. Y esto es lo complejo. Esto es lo que hay que pensar: la secreta solidaridad entre la emancipación revolucionaria y la anarquía obscena del neoliberalismo (cifrado por los noventa en la política de nuestro país, pero con certeras continuidades en las subjetividades que ellos moldearon). Los noventa en Argentina inventaron una lengua dentro de la lengua: el inglés mal pronunciado, latinizado, con aires pop y con pretensiones elegantes, pero el más berreta. Los noventa hicieron de María Soledad una María Alone. Y esto es lo peor: el crimen convirtió a su víctima en “a Barbie girl/in a Barbie world/life in plastic, it’s fantastic!” Y esa lengua extranjera que hizo de lo nacional una nueva lengua (y allí radica principalmente el barroquismo noventoso) nos habla, como la habla y no deja de hablarla a María Alone. Escuchar esa habla es lo que la obra genera.

 

III. La obra está escenificada en una temporalidad múltiple, desquiciada, impiedosa, al ritmo de las luces del espectáculo, en un tiempo out of joint –y esto hace de lo shakespeareno un tiempo barroco que le juega al espectáculo su propio juego. Y esa escenificación enorme respira en la escenografía heteróclita, en la dramaturgia bizarra como también en el pulso de los cuerpos, en el de las víctimas como en el de los victimarios. Pero no hay un ánimo representativo aquí. Es otro el orden. Hay una intención crítica. Pero, ¿cómo es posible la crítica del Espectáculo que equivalencia todo sin matar las diferencias, sino todo lo contrario, multiplicándolas, haciéndolas estallar de júbilo, chocando unas con otras, bajo luces de neón y de esos cables que yanquilandia puso en los árboles y en las casas en las fiestas de fin de año? Hace muy poco leí la más importante definición de crítica que puede sostenerse en el nihilismo barroco del neoliberalismo. Ella dice: “A esa trampa que permite escuchar la lengua en la lengua, el poder en el poder, espaciándolo, haciéndolo trastabillar en una excepcionalidad que no funda, es lo que puede llamarse crítica.” (Willy Thayer)

María Alone es una obra crítica porque permite escuchar el espectáculo en el Espectáculo, pero no como una excepcionalidad fundante (como el juicio “crítico”, que se erige por fuera de lo que crítica para fundar y proponer algo nuevo –otro Hombre). Es una crítica que espacia el espectáculo y lo hace trastabillar sobre sus propios pasos. Es la crítica barroca del barroco del poder espectacular. Es un abastecimiento del espectáculo que lo interrumpe. Y esto es el poder crítico de la comedia que teje esta obra: si lo cómico es, como ya Aristóteles quería, “imitación de hombres inferiores”, pues bien, la comedia es el único medio posible de retratar críticamente al poder, a esos hombres inferiores.

________________________________________________

Funciones: Domingos de Junio  ::  21 hs.
Lugar: Medida x medida (Montevideo 870)
Valor de las Entradas: sin información

Si te interesa este artículo, podés compartirlo:

Compartir en Facebook Compartir en Twitter

Sobre admin